INTRODUCCIÓN
La etapa final de la independencia del actual Ecuador del Reino de España se inicia en Guayaquil el 9 de octubre de 1820. Para entonces la Nueva Granada había alcanzado la libertad en la Batalla de Boyacá el 7 de agosto de 1819 y el general San Martín había desembarcado en el puerto de Paracas el 8 de septiembre de 1820, preparando sus operaciones sobre Lima, por otra parte la armada patriota al mando de Lord Cochrane había roto la supremacía naval española en el Pacífico (Landázuri Camacho, 1996). En este contexto ahora la Independencia tenía un carácter continental y varios puertos con los que el de Guayaquil podía comercializar ahora eran patriotas, razón de suma importancia para enmarcar al movimiento de los próceres de octubre.
Después de la Batalla de Boyacá, el general Sucre fue nombrado Jefe del Estado Mayor General del Ejército Libertador, luego fue designado desde Bogotá para dirigir la División que el gobierno de Colombia destacó en la ciudad de Guayaquil. Allí despliega su genio e intelecto a finales de 1821 y organiza un gran Ejército compuesto también por tropas chilenas y argentinas, enviadas por el general San Martín, al mando del coronel Santa Cruz y una División colombiana.
Los patriotas se ponen en marcha, su objetivo estratégico es la ciudad de San Francisco de Quito, centro y base de operaciones, de recursos y dirección del gobierno español, liderados por el Mariscal Melchor de Aymerich.
La primera acción de armas y victoria patriota se ejecutó en noviembre de 1820, en Camino Real, días después serían vencidos por las tropas realistas en los combates de Huachi y Tanizagua, en enero de 1821.
Para el 21 de febrero de 1822, el general Sucre ocupa la ciudad de Cuenca, abandonada por el coronel realista Tolrá. Las tropas patriotas se componían entonces de los escuadrones de Granaderos y de Dragones; los Batallones Albión, Paya, el conformado Yaguachi, Trujillo, Piura y el Cazadores a caballo. Sucre ordenó al teniente coronel Federico Rasch perseguir a las tropas de Tolrá, al mismo tiempo de Guayaquil partía el coronel Cayetano Cestari con tropas de caballería, cruzando por Babahoyo y posteriormente llegando a las inmediaciones de Latacunga (Militares, 1922). La División al mando de Sucre marchó en secciones desde Cuenca hasta los poblados de Alausí y algunos cuerpos militares hasta el sector de Tixán.
El historiador Edison Macías Núñez (Macías, 2007) describe las acciones del 21 de abril de 1822, al disponer Sucre, su orden de operaciones: “El escuadrón Dragones y una compañía de infantería, al mando del Comandante Rasch, se ubicarán en la ribera derecha del río Chibunga, para distraer al enemigo y encubrir el movimiento del Ejército patriota; a las 09h00 el grueso del Ejército avanzará directamente a la localidad de Pantús, para atravesar el río; la vanguardia con el escuadrón Granaderos y una compañía del Cazadores, serán conducidas por el coronel Ibarra; y, finalmente atravesando el río la vanguardia obrará de modo que el enemigo no pueda impedir el paso de todo el Ejército por el punto de Pantús. Este movimiento resultó exitoso para las tropas patriotas al aplicar el factor sorpresa”.
Sucre al conocer el repliegue de las tropas realistas ordena al Comandante argentino Juan Lavalle, que con el primer escuadrón del Regimiento de Granaderos a caballo, persiga a las tropas del coronel Tolrá. Lavalle con 96 granaderos cumpliendo esta disposición se encuentra de improviso con alrededor de 400 efectivos de los escuadrones de caballería realistas. Sin embargo, los granaderos argentinos provocaron la huida y derrota de la caballería española en la llanura de Tapi cercana a Riobamba.
El 29 de abril de 1822, el General Sucre, dispone el avance de su Ejército Libertador y el 2 de mayo, llega a la ciudad de Latacunga y se detiene, en espera de tropas de refuerzo, retomando su marcha el 12 de mayo con dirección a Quito.
Ante el avance vertiginoso del Ejército de Sucre, el Presidente de la Real Audiencia de Quito, Mariscal Melchor de Aymerich, concibió la defensa de la ciudad, fortaleciendo sus posiciones en el Fortín del Panecillo y en las quebradas de ingreso a la ciudad. Sucre dispuso el avance nocturno de sus fuerzas, dividiéndolas en dos escalones. El primero, a la vanguardia, con los batallones Trujillo, Piura y Alto Magdalena, al mando del coronel Andrés Santa Cruz, el segundo escalón bajo sus propias órdenes con los batallones Yaguachi, Paya y Albión.
En la madrugada del 24 de mayo de 1822, Antonio José de Sucre toma una decisión riesgosa, rodear la ciudad por las faldas del Pichincha y llegar al valle de Iñaquito y presentar la batalla, pero esta maniobra es descubierta provocando el enfrentamiento con las tropas españolas en las faldas del Pichincha que culminó en un inobjetable triunfo patriota (Moncayo Gallegos, 2023). El general Sucre denotó prudencia al decidir bordear las posiciones fortificadas del cerro El Panecillo, con su audaz maniobra, sorprende y desconcierta a su adversario, ocultando hasta el último momento la verdadera dirección del movimiento que proyectaba aprovechando las sombras de la noche. En la victoria del Pichincha participaron varios hijos de América: peruanos, colombianos, chilenos y argentinos.
Sin embargo, la independencia del actual Ecuador culminaría el 17 de julio de 1823, con la Batalla de Ibarra. Desde entonces las ciudades de Quito y Guayaquil, ocupadas por los patriotas, permitieron la guerra en el sur, partiendo importantes contingentes para la Campaña del Perú que concluyó con el triunfo en las gestas heroicas de Junín y Ayacucho.
Emblemáticos batallones conformados en el actual Ecuador, que participaron en la Campaña Libertaria e Independencia.
Los primeros batallones del ejército quiteño que escribieron páginas brillantes en la historia por su heroísmo y bravura, fueron organizados por los legendarios Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, quienes inmortalizaron sus acciones bélicas en varias jornadas épicas.
Estos líderes militares dueños de la gloria, señalaron el camino de la victoria, atravesando con sus tropas páramos, cumbres montañosas, selvas y ríos, en diversos campos de batalla, dando la libertad e independencia, nacimiento y vida a las actuales democracias de nuestros países.
El Batallón de Infantería Yaguachi, fue organizado por el General Antonio José de Sucre en la población del austro de Yulug, provincia del Azuay, el 6 de febrero de 1822, con los efectivos del Batallón Tiradores y Batallón Voluntarios, que salieron de Guayaquil conformando La División Libertadora de Quito, sus efectivos en su mayoría eran hijos de estas tierras (Martín, 1922). La primera compañía de esta Unidad Militar participó en el Combate de Riobamba, el 21 de abril de 1822 y posteriormente todo el Batallón Yaguachi se cubriría de gloria en las faldas del Pichincha el 24 de mayo de 1822. De las filas de esta emblemática e histórica Unidad Militar partió a la inmortalidad y ofrendó su vida el joven abanderado del Yaguachi, el teniente Abdón Calderón Garaycoa.
Conocidos como los Bravos del Yaguachi, estuvieron también en la Batalla de la Cuchilla de Taindalá, a las alturas de Pasto; luego al mando del Libertador Simón Bolívar en la Batalla de Ibarra a orillas del río Tahuando, el 17 de julio de 1823, contra las tropas del coronel realista Agustín Agualongo.
Luego marchan al Perú, al mando del general Salom para contribuir con la capitulación de la plaza del Callao. Finalmente, esta Unidad contribuyó eficazmente en el triunfo del Portete de Tarqui, el 27 de febrero de 1829.
El gran mariscal de Ayacucho, en Orden General dictada en la población de Oña el 13 de febrero de 1829, recomienda en la posteridad el arrojo de los 20 bravos del Yaguachi, en los siguientes términos:
Artículo tercero: Que los veinte soldados del Yaguachi, sean conocidos y llamados en su cuerpo con el sobrenombre de BRAVOS, que lo inscribirán también en su escarapela. Estos individuos serán excluidos de todo servicio mecánico y preferidos en sus ascensos. Artículo cuarto: Que la mujer e hijos del soldado Domingo Yépez, muerto en este combate, gocen de la mitad del sueldo de su marido.
Por Decreto del Libertador Simón Bolívar se conformó el Batallón de Infantería Pichincha el 6 de julio de 1823, por la brillante participación en la Batalla del Pichincha de 1822, de los batallones Alto Magdalena y Paya, que contribuyeron al triunfo y libertad de Quito:
Artículo primero: Los batallones Alto Magdalena y Paya, formarán un solo batallón que llevará, permanentemente el glorioso nombre de Batallón Pichincha; Artículo segundo: Comuníquese al Jefe de Estado Mayor General, para su ejecución. Dado, firmado de mi mano y refrendado por mi secretario general, en el Cuartel General de las Bodegas de Babahoyo, a 9 de julio de 1822. (f.) Simón Bolívar.
Luego de la Batalla del Pichincha, de los batallones Paya y Alto Magdalena, quedaron muy pocas tropas granadinas y venezolanas. El Alto Magdalena llegó a Cuenca con 96 colombianos, sumando 140 efectivos, con voluntarios del sector y del tránsito, cuando se incorporaron al Ejército al mando de Sucre en Latacunga en su marcha hacia Quito. De igual forma el Batallón Paya, al pasar revista en la ciudad de Cuenca, condujo al Pichincha 460 efectivos y de las filas de estos dos batallones, se mermaron entre muertos, heridos y desaparecidos, después de la batalla, 146 efectivos, incorporándose luego alrededor de 500 soldados des estas tierras a sus filas.
El 18 de marzo de 1823, marchó al Perú el Batallón Pichincha, con el primer contingente colombiano que acudió a ayudar en la causa patriótica. Estuvieron al mando de Sucre en Lima y luego retirándose con él al Callao cuando el general Canterác, ocupó esa plaza. Posteriormente marcharon con la División del general Alvarado a proteger las acciones del general Santa Cruz. Ejecutaron con Sucre la maniobra de retirada de Arequipa a Quilca luego de las acciones en el Desaguadero. El Batallón Pichicha combatió con valentía en Corpahuaico y venció en Ayacucho en 1824.
Según (Martín, 1922, p. 1082), a este bizarro Batallón, se dirigió el general José María Córdoba, en las faldas del Cundurcunga: Armas a discreción, adelante, paso de vencedores. El Pichincha siguió luego al Alto Perú con el Mariscal de Ayacucho, como uno de sus batallones de confianza y con el tiempo les dedicó la siguiente proclama:
Colombianos, mucho tiempo hace que dejé de mandaros…pero si hay osados que os provoquen a la guerra, volveré a vuestras filas y encontraremos la victoria. Y si la fortuna que constantemente me ha seguido, quisiera alguna vez abandonarme, llenaremos siempre nuestros deberes, para que también se diga de vosotros: Pichincha muere, pero no se rinde. Contemplareis con orgullo el millar de leguas que desde el Pichincha al Potosí hemos corrido juntos en triunfo y los tres millones de americanos que habéis libertado. Paz de Ayacucho, 6 de enero de 1828. Mariscal Antonio José de Sucre.
El Batallón Quito, se organizó en la ciudad capital del actual Ecuador, luego de la Batalla del Pichincha, por el general Antonio José de Sucre. En su organización se reflejaban tropas criollas del Batallón Cataluña que pasaron voluntariamente a las filas patriotas y también quiteños, especialmente vecinos del barrio de San Roque. En un inicio fue conocido el descrito batallón como Milicias de Quito.
Su participación fue activa en la reacción realista en Pasto, marcharon con Sucre y combatieron en Taindalá, Yacuanquer, alturas de Pasto, y en la Batalla de Ibarra del 17 de julio de 1823, liderados por el Libertador y los generales Sucre, Salom y Mires.
Posteriormente al mando del general Bartolomé Salom participan en el Perú y toman parte en el sitio del Callao, hasta cuando Rodil, Moyano y Oliva capitularon. En 1829 también les cubrió la gloria de formar parte de la campaña de los 30 días y del triunfo en el Portete de Tarqui el 27 de febrero de 1829.
Contingentes enviados desde el sur de la Gran Colombia (en la actualidad, Ecuador) al Perú.
El historiador venezolano Rufino Blanco Fombona, al estudiar y analizar los contingentes de la Gran Colombia en 21 años de cruenta lucha en el continente americano, le concede al actual Ecuador, por medios deductivos un número de 108.004 quiteños caídos en las luchas independentistas. Deduciendo que el censo levantado en 1810, la Real Audiencia de Quito tenía una población de 600.000 habitantes y cuando en el año de 1825, se estableció la nueva demostración, apenas sumaba una población de 491.996, lo que significaba una merma efectiva de 108.004 quiteños enrolados en los ejércitos libertadores, reducción censual que no comprendía o no tomaba en cuenta, el porcentaje creciente dentro de toda vida demográfica regular de una población cualquiera (Chiriboga, 1922). Para el general Ángel Issac Chiriboga, sólo para Junín y Ayacucho, se enviaron desde estas tierras aproximadamente 10.000 soldados.
El Importante dato histórico tomado de la Revista El Ejército Nacional, 1922, número 8., presenta al detalle un resumen de las fuerzas enviadas desde el Ecuador y Colombia, alcanzando la libertad de América en los célebres campos de batalla de Junín y Ayacucho:
El 23 de marzo de 1823, salió de la ciudad de Guayaquil la primera División al mando del general Valdez, compuesta de los batallones Voltígeros, Pichincha, Vencedores y Yaguachi, con 3.000 efectivos.
El 17 de abril de 1823, parte de Guayaquil la segunda División al mando del general Lara, con los batallones Vargas, Bogotá y Rifles. Así como también el escuadrón Lanceros, con un total de 2.450 efectivos.
El 10 de mayo de 1823 parten varios piquetes con un total de 868 efectivos y el 7 de agosto del mismo año, parte un cuarto contingente incluido el Libertador Simón Bolívar, con 1.365 efectivos.
El 31 de mayo de 1823, parte directamente desde Panamá al Callao el Batallón Istmo con 700 efectivos.
El 21 de enero de 1824, se remitieron desde Guayaquil en los buques de guerra: Limeña, Macedonia y Guayaquileña; víveres, pertrechos y equipajes del Ejército.
El 26 de febrero de 1824, salió el quinto contingente desde Guayaquil, compuesto de 900 reclutas y se envío también vestuarios para el Ejército, bajo requerimiento con oficio número 450 del Jefe Superior.
El 23 de abril de 1824, parte de Guayaquil al Perú el sexto contingente de tropas con el coronel Figueredo, conduciendo víveres, vestuarios, armas y 1.050 efectivos.
El 20 de mayo de 1824, salen de Guayaquil el Batallón Zulía, procedente de Panamá, al mando del Comandante León y además otros piquetes de tropas, víveres y vestuarios, con 1.070 efectivos.
El 14 de enero de 1825, la división Valero que vino de Venezuela para Guayaquil salió para el Perú, conduciendo vestuarios, armamento y otros artículos, para los cuerpos del Ejército, además de correspondencia, con 1.574 efectivos.
El 21 de marzo de 1825, se envió de Guayaquil una compañía de artillería para el Callao, con 63 efectivos.
El detalle final empleado fue de 13.040 efectivos, conformado el Ejército Unido, para la liberación del Perú (Militares, 1922).
Luis Rodríguez, en su libro Ayacucho La Batalla de la libertad americana, 1824-1974, determina que en la jornada de Ayacucho, en el Ejército Libertador, según listas de revistas, se emplearon aproximadamente 7.150 efectivos, reclutados de los Departamentos de Quito, Guayaquil y Azuay (en la actualidad República del Ecuador). Los contingentes de nuestras tropas se distribuían con los siguientes orgánicos (Rodríguez, 1974): Voltígeros, 250; en el Pichincha, 620; en el Bogotá, 300; en la División La Mar, no menos de 500; en el Rifles, 300; en el Vargas, 350; en el Húsares, 100; en el Granaderos, otros tantos; lo que da un pie de fuerza de 2.500 efectivos ecuatorianos, sobre un total general de 5.700 soldados, entre granadinos, peruanos, venezolanos, chilenos, argentinos y bolivianos que combatieron en Ayacucho.
Asimismo desde el inicio de la Campaña Liberadora del Perú, la ciudad de Guayaquil cubría en forma permanente, 30 mil pesos mensuales; San Francisco de Quito, 25 mil pesos; Cuenca, 20.000; fuera de contribuciones extraordinarias, que elevaban la cantidad total de auxilios de Colombia para la causa libertaria (Chiriboga, 1922).
La mayor parte del esfuerzo de guerra para la Campaña de liberación del Perú, fue aportada por los departamentos del sur, que contribuyeron con 7.150 efectivos y alrededor de un millón y medio de pesos (Núñez, 1996). De acuerdo con este autor este gran esfuerzo afectó gravemente a la economía quiteña, golpeada con anterioridad por las primeras campañas de la independencia. La falta de brazos para la agricultura por el reclutamiento paralizó la producción y las mujeres que emigraban tras de los Ejércitos hicieron de estos movimientos militares una verdadera movilización de pueblos en armas. La presencia femenina en la campaña facilitaba tareas de aprovisionamiento, transporte, espionaje, entre otras actividades importantes.
Caídos del actual Ecuador en combate en la Campaña Libertadora del Perú (Rodríguez, 1974):
Capitán Hermenegildo Zamora, de Riobamba, muere en Junín.
En la acción de Bellavista mueren: el Comandante Diego San Martín, el sargento mayor Francisco Arvela y el capitán Julián Orechea, hijos de Guayaquil; los Comandantes Ramón Aránzazu y Fernando Benavides, oriundos de Loja; de San Miguel de Ibarra, José Arrunátegui; el capitán José Antonio Chirinos de Ambato; el coronel Lorenzo Olachea, de Riobamba; y el capitán Pablo Uztaris, natural de la Tola- Esmeraldas.
En Matará mueren el coronel lojano Mariano Zubiría y el quiteño capitán Pantaleón Argumedo. En Huanta, muere el sargento mayor Toribio Hidalgo, natural de San Francisco de Quito.
En el sorpresivo encuentro de armas de Corpahuaico, mueren: el Comandante guayaquileño Aniceto Larrea, el Comandante lojano Lorenzo de Urbina y el capitán Leandro Algarra, nacido en San Miguel de Ibarra.
En la Batalla de Ayacucho mueren los capitanes cuencanos José Sevilla y Manuel Prieto y los quiteños capitán Antonio Miró y teniente Félix Ariscúm.
En el sitio del Callao, cayeron para siempre los Comandantes guayaquileños Genaro Estuardo y Judas Tadeo Zuláibar.
El General Sucre proclama al Ejército Unido, vencedor en Ayacucho el 10 de diciembre de 1824.