Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios nace el 24 de julio de 1783 en la ciudad de Caracas, en el seno de un hogar de alta alcurnia, rodeado de riquezas, títulos y poder.
Simón José Antonio de la Santísima Trinidad Bolívar y Palacios nace el 24 de julio de 1783 en la ciudad de Caracas, en el seno de un hogar de alta alcurnia, rodeado de riquezas, títulos y poder.
La niñez y adolescencia de Bolívar estuvo marcada por la desgracia y la tragedia. Cuando aún no cumplía los tres años, en enero de 1786, fallece su padre. En julio de 1792 el corazón de Doña Concepción, su madre, deja de latir. Simón y sus cuatro hermanos quedan bajo la tutela de su abuelo, Don Feliciano Palacios y Sojo, quien fallece en 1793, con lo cual la orfandad de los jóvenes Bolívar Palacios va a ser total.
En menos de 10 años de vida, «ya no tiene ni madre, ni padre, ni abuelo, ni tío predilecto. La soledad se impregna de forma total en el alma del niño Simón Bolívar». En 1797 ingresa en calidad de cadete al Batallón Aragua. A los 15 años, es ascendido a subteniente, a esa edad «Bolívar estaba muy lejos de definir su vocación o su destino, ni siquiera se vislumbraba ni lo uno ni lo otro». Tres son esencialmente los pilares en los cuales se asienta la formación de la personalidad cultural de Bolívar: Los maestros, los viajes, y las lecturas. Bolívar fue educado como el niño rico que era. Su madre primero, y su abuelo después, buscaron para su enseñanza inicial a los mejores maestros existentes en aquella época, entre los que se destacaban: Andrés Bello, el padre Andújar y Simón Rodríguez.
Simón Rodríguez, fue su más influyente maestro, es quien le cuenta asuntos que su familia nunca le mencionaron. Le hizo saber que el primer Bolívar que llegó a América no vino en plan de conquistador, fue un hombre instruido que estuvo a favor de los oprimidos; que sus ancestros, a pesar de sus títulos y fortuna, no eran parte de la nobleza imperial, ni podían considerarse puros como los nacidos en la madre patria, y que por lo tanto no eran aptos para ser virreyes ni generales. Su familia pertenecía a esa clase social denominada despectivamente «criollos» y por ello su familia era menospreciada por españoles y también por negros e indios. Le informó que el imperio y las colonias americanas estaban gobernadas por reyes déspotas que durante más de tres siglos reprimían con dureza y crueldad cualquier intento de libertad de los pueblos americanos.
Rodríguez fue el «precursor y animador de la inquietud bolivariana, es por antonomasia el Maestro del Libertador. Independiza a Bolívar, lo divorcia de la realidad tradicional y lo acerca a la verdad futura; lo ayuda a conseguir la perspectiva propia de un creador…». El libertador daba a los viajes una importancia fundamental. Decía que «en Caracas o San Marcos no me habrían nacido las ideas que me vinieron en mis viajes, y en América no hubiera tomado aquella experiencia ni hecho aquel estudio del mundo, de los hombres y de las cosas que tanto me ha servido en todo el curso de mi carrera política». «Tres viajes realizó Bolívar a Europa con motivos diversos, pero tácitamente con un sólo fin: construcción de su personalidad, búsqueda y acumulación de experiencias y elaboración de un destino». En enero de 1799, Bolívar realizó su primer viaje a Europa, fue un viaje de estudios, en Madrid lo esperaban sus tíos Esteban y Pedro Palacios y el Márquez de Ustariz, quienes influyeron de manera importante en su formación integral.
En 1801, conoce a su prima María Teresa Rodríguez del Toro, de la cual se enamora y se casa en mayo de 1802, a pocas semanas de este acontecimiento, la joven pareja decide retornar a Venezuela. En enero de 1803, muere María Teresa, apenas habían pasado ocho meses de vida conyugal, y una vez más la tragedia enluta al joven caraqueño. No volvió a casarse jamás. Más tarde diría: «Si yo no hubiera enviudado, quizás mi vida hubiera sido otra; no sería el General Bolívar ni el Libertador…». El segundo viaje a Europa lo realizó en octubre de 1803, tiene como fin la distracción que le permitiese olvidar el dolor de su viudez temprana; de pronto se transforma en un viaje de aprendizaje. En diciembre de 1804, estando en Paris, asiste a la coronación de Napoleón Bonaparte, la mencionada ceremonia, despertó en Bolívar la ambición de gloria que estaba latente en su espíritu, empieza a definir su verdadera vocación y a concebir la independencia americana. Más tarde diría: «Esto lo confieso, me hizo pensar en la esclavitud de mi país y en la gloria que conquistaría el que la libertase».
Entre 1809 y 1810 en varias ciudades de América se crean Juntas de Gobierno, «casi todas leales a Fernando VII al principio, y luego todas trocadas en gobiernos absolutamente independientes de España.»; en esas circunstancias, Bolívar, realiza su tercer viaje a Gran Bretaña encabezando una misión diplomática, con el objetivo de interceder ante el Gobierno británico para que apoye el mantenimiento de los derechos del «amado soberano» español, pero Bolívar intencionalmente se sale del libreto y con frases duras condena los abusos de los colonizadores y le solicita al representante del gobierno inglés ayuda para la obtención de la independencia total de Venezuela. Durante la campaña libertadora, recorre la mayor parte del continente americano, viajes que le permitieron al Libertador tener una vivencia exacta de la patria americana y un conocimiento de las necesidades y aspiraciones de sus pueblos.
Bolívar desde muy joven tuvo el hábito de la lectura, producto de lo cual conocía a los clásicos griegos y romanos de la antigüedad; y a los modernos de España, Francia, Italia e Inglaterra. Igualmente, estaba al tanto de los más diversos sectores intelectuales; desde filósofos y políticos hasta poetas, pasando por naturalistas, astrónomos y economistas. Leyó con gran interés a los enciclopedistas y planificadores de la revolución francesa, sobre todo a Montesquieu y Rousseau, cuya influencia en la doctrina bolivariana es su principal ingrediente.
Bolívar se nutrió de sus contenidos y de sus enseñanzas, más su acción política y militar, se basaron en las realidades del mundo y de la época en que vivió. Bolívar sacó como conclusión que aquello que pudo ser bueno para Europa, aplicadas en un mundo en formación, con una masa popular pobre e ignorante, los resultados serian funestos.