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ARTÍCULOS

Influencia del Pensamiento Estratégico del Teniente Manuel Alomía Guerra

Valm. (S.P.) Marco Salinas

Resumen

El 28 de septiembre de 1934, el teniente de fragata Manuel Alomía, pronunció un discurso en el Círculo Militar de Quito, titulado «Importancia de la Marina en la vida nacional». El pensamiento estratégico de Alomía se basó en los fundamentos de Mahan, Corbett y Clausewitz, principalmente, ya que tomó en cuenta los factores que afectan y estimulan el poder marítimo, consideró la naturaleza de la guerra y presentó argumentos con datos, lo que respaldaba su ponencia.

La esencia de su discurso contenía pensamientos estratégicos para convencer a las autoridades políticas, diplomáticas, militares y otros actores. Señaló que era fundamental la ayuda del Estado para desarrollar un poder marítimo, con base en los intereses nacionales y un adecuado poder naval, que brinde seguridad, desarrollo y defensa marítima.

La bibliografía básica de este ensayo, es el documento escrito donde Alomía plasmó el desarrollo de su conferencia, junto con otras obras pertinentes al tema.

Palabras claves: Manuel Alomía; pensamiento estratégico; Mahan; Corbett; Clausewitz.

Introducción

El teniente de fragata Manuel Alomía (1909-1937), en el Círculo Militar de Quito, el 28 de septiembre de 1934, empezó su discurso titulado: «Importancia de la Marina en la vida nacional», citando la frase de Napoleón Bonaparte que dice: «No es jamás, un genio quien me revela de repente lo que debo decir o hacer aún en las situaciones inesperadas, es únicamente la reflexión, el estudio, la meditación» (Alomía, 2002, p. 162).

Para el análisis del discurso desde el punto de vista estratégico, es necesario considerar a la geopolítica; políticos como Vicente Rocafuerte a inicios del siglo XIX y militares como Manuel Alomía a inicios del siglo XX, concibieron la necesidad de contar con un poder naval que permita proteger los recursos y garantizar la soberanía del territorio marítimo (Andrade, 2022). Alomía puso especial atención, en el control del mar de las Islas Galápagos.

En la década de 1850, Charles Darwin basado en los estudios realizados en Galápagos, escribió un libro influyente titulado «La evolución de las especies». Posteriormente, Friedrich Ratzel en 1892, desarrolló un enfoque teórico darwinista al analizar el crecimiento de los Estados y publicó «Las leyes del crecimiento del Estado». El enfoque biológico darwinista en relación con la evolución y los espacios geográficos fue la base para considerar al Estado como un organismo geográfico vivo que depende de su espacio vital (Andrade, 2022). Posteriormente, los pensamientos de Mahan y Mackinder, fueron aportes al desarrollo de la geopolítica desde una perspectiva Ratzeliana. Mientras que, en el caso ecuatoriano, Manuel Alomía seguía el pensamiento Mahaniano.

Para la conferencia, Alomía estructuró su narrativa con los siguientes temas: La razón de existencia de la Marina y sus labores adicionales; el problema de adquisiciones navales; la formación de un pequeño poder naval, y las conclusiones inherentes a los puntos anteriores. En este contexto del discurso, se plantea la siguiente pregunta: ¿Cuáles fueron los fundamentos del pensamiento estratégico de Manuel Alomía, en su conferencia? La tesis que responde a la pregunta es que los fundamentos estratégicos de Alomía se apoyaron principalmente en los pensamientos de Mahan, Corbett y Clausewitz; basado en los siguientes argumentos: Primero, porque tomó en cuenta los factores que afectan y estimulan el poder marítimo. Segundo, por las consideraciones de la naturaleza de la guerra. Finalmente, se presentan las conclusiones de los argumentos.

La bibliografía básica de este ensayo es el documento escrito en el cual Alomía plasmó el desarrollo de su conferencia, y en otras obras pertinentes al tema. La narrativa de este trabajo de investigación contiene varias citas textuales de la conferencia, para comprender directamente su pensamiento, correlacionando con otros conceptos estratégicos marítimos y terrestres. Lo expuesto en este documento no corresponde a la versión oficial de la Armada del Ecuador, tan solo es un aporte académico del autor y, que podría servir de referencia, para otros estudios.

Para empezar con el análisis del discurso de Manuel Alomía, es necesario revisar cual era el situación internacional, regional y nacional, para comprender el contexto de su conferencia.

La situación internacional en la década del treinta fue un periodo de creciente tensión y conflicto. La gran depresión afectó de manera global a las economías, con gran impacto político y social. El surgimiento de regímenes autoritarios y expansionistas en Europa y Asia; y la falta de una respuesta decidida por parte de las potencias occidentales sentaron las bases para el estallido de la segunda guerra mundial en 1939. Japón revelaba sus ambiciones de expansión hacia el Pacífico, mientras que Estados Unidos iniciaba sus preparativos estratégicos para el conflicto, en los que se incluía Galápagos como posición estratégica para la defensa del Canal de Panamá.

América del Sur estuvo marcada por la inestabilidad política, la agitación social y los desafíos económicos derivados de la gran depresión. Los países de la región experimentaron cambios de gobierno, golpes militares y la emergencia de líderes populistas, mientras enfrentaban los impactos económicos de la crisis global. Los movimientos obreros y sindicales también jugaron un papel relevante en la lucha por mejores condiciones laborales y derechos para los trabajadores.

Para Ecuador se presentaba con una serie de cambios políticos, sociales y económicos significativos. En el ámbito político, experimentó una serie de golpes de Estado con ocho cambios de gobierno durante la década del treinta. En 1934, el líder populista José María Velasco Ibarra se convirtió en presidente y gobernó el país en varias ocasiones a lo largo de las décadas siguientes. En el ámbito económico, se vio afectado por la gran depresión, que tuvo un impacto significativo en las exportaciones y en la economía en general. El país dependía en gran medida de la exportación de productos agrícolas, como el banano y el cacao, cuyos precios cayeron drásticamente durante la crisis económica. En el ámbito social, se vivieron tensiones y conflictos debido a las desigualdades socioeconómicas y a la falta de oportunidades para amplios sectores de la población.

La situación de la Marina de Guerra en 1934 era crítica, esta era un órgano dependiente del Ejército y estaba a punto de desaparecer debido a: la grave inestabilidad política, a la pobre economía, por la pereza estratégica marítima de parte de los gobernantes , por no contar con escuelas de formación de oficiales y tripulantes estables y, lo más grave, por contar con apenas dos unidades navales pequeñas dedicadas al esporádico apoyo logístico a Galápagos y al mantenimiento de las ayudas a la navegación, respectivamente. A lo anterior se sumaba la falta de una visión geopolítica marítima nacional. Sin embargo, no hay que desconocer el esfuerzo que ciertos oficiales del Ejército y Marina realizaban para rescatar a la institución, como es el caso del teniente coronel Luis Larrea Alba, uno de los estrategas más visionarios «...e influyentes del Ejército, presentó un interesante proyecto de «Defensa de costas», que incluía la reconstrucción de la Marina con la formación de una flotilla, instalación de cuatro bases... y fuertes, la formación de oficiales en el exterior y de grumetes, organización de arsenal y otros servicios básicos» (Latorre, 2005, p. 121). Esta iniciativa como tantas otras promovidas por oficiales navales, quedaron en el olvido. Según Octavio Latorre en los primeros meses de 1930, los dirigentes de la Marina que luchaban por convencer al Gobierno para adquirir al menos una unidad que justificara la presencia de la Marina dentro de las Fuerzas Armadas, presentaron un proyecto de compra de dos pequeños destructores con un presupuesto de 100.000 sucres cada uno, ahorrados en los dos años anteriores, «aunque parezca increíble, en el presupuesto del año siguiente, aquella cantidad había desaparecido reabsorbida en los gastos del Estado» (Ibidem. Pág.126). Esta era la situación de la Marina, a inicios de la década del 30, en ese escenario anárquico, anteriormente fueron enviados ocho jóvenes ecuatorianos a estudiar en la Escuela Naval de Chile, en 1928.

En enero de 1934 retornaron a Ecuador cuatro oficiales con el grado de alférez de navío alcanzado en la Escuela Naval «Arturo Prat» de Chile: Alberto Sánchez y Nicolás López con la especialidad de ingenieros navales; César Puente Godoy y Ernesto Moscoso especialidad navegación y Manuel Alomía Guerra especialidad submarinista. Nicolás López continuó su carrera en la Fuerza Aérea ecuatoriana, siendo uno de los pioneros (Latorre, 2005). Inmediatamente con gran entusiasmo buscaron la manera de transformar las estructuras de la Institución, fue el origen para que Alomía y sus compañeros llamados «los guasos» empezaran a generar interés por el tema marítimo ecuatoriano, iniciando con la conferencia en el círculo militar de Quito, con la asistencia del presidente de la República Dr. José María Velasco Ibarra, ministros, legisladores, alto mando militar y ciudadanos en general. Estos oficiales, con toda iniciativa y voluntad emprendieron a crear un ambiente favorable hacia la Marina, a difundir una verdadera conciencia marítima en actores civiles, sostuvieron largas reuniones con las más altas personalidades del Gobierno, para convencer que es fundamental la ayuda del Estado para desarrollar un poder marítimo en base a los intereses nacionales y con un pequeño poder naval que brinde seguridad, desarrollo y defensa marítima.

Según el almirante Alfred Thayer Mahan (1840-1914), cuando la geografía lo permite, la conciencia marítima facilita la labor de orientar a la nación hacia un destino oceánico y convertirlo en una potencia marítima próspera y pujante. Para Mahan los factores que afectan y estimulan el poder marítimo son: situación geográfica; configuración física; extensión territorial; población; carácter nacional; y clase de Gobierno (Terzago, 2020). En el desarrollo de los argumentos de la conferencia, Alomía referenció estos conceptos estratégicos Mahanianos, de una manera muy comprensible para la audiencia. A continuación, se presentan por orden de importancia:

Clase de Gobierno: Acerca del carácter del gobierno como uno de los factores sociales en relación con el poder nacional, Mahan insistió que los gobiernos elegidos democráticamente eran notoriamente improvisadores y generalmente anti militares (Uribe, 2016). Para lo cual Mahan recomendaba implementar «grupos de presión». Alomía y sus compañeros fueron verdaderamente un equipo de presión, que cumplieron ese rol con voluntad estratégica, un componente multiplicador del poder naval.

La estrategia comunicacional del «grupo de presión marítima» liderada por Alomía, se puede resumir en la siguiente: Para que Ecuador mejore su economía y le permita su desarrollo, necesitaba del comercio exterior, con una marina mercante que exporte los productos nacionales al mercado internacional, para lo cual necesitaba de un sistema portuario e industria marítima. Esos intereses nacionales requerían de un poder naval mínimo para brindar seguridad marítima. Esta línea de pensamiento lo mantuvo durante todo el proceso para generar conciencia marítima en general. Identificando al grupo de personalidades que creyeran en la importancia del poder naval, se podría obtener apoyo del Gobierno, para contrarrestar la improvisación de estos.

Coherente con la estrategia comunicacional, Alomía en su discurso manifestó lo siguiente, sobre el poder naval:

«Lástima muy grande que no se puedan cumplir con todas estas finalidades en la actualidad, por cuanto no disponemos de medios de ninguna clase y en tal virtud, cumplimos con el sagrado deber de llamar la atención de nuestros gobernantes, de nuestros Legisladores, de las Instituciones Armadas y de todos los ecuatorianos para que se den perfecta cuenta de la importancia de mantener un Poder Naval por pequeño que sea. En estas horas de resurgimiento y de nuevos rumbos se impone que, con todo patriotismo y deponiendo toda clase de egoísmos, marquemos un norte preciso y verdadero para dotar a la Marina de los elementos indispensables que necesita para su existencia y desarrollo. Cuando tratamos sobre el factor finalidad de la Marina demostramos que el objeto principal de ella durante la paz es «estar listos para la guerra», no porque la guerra sea o no inminente, sino porque de esa única manera, la Armada llenará durante la paz su misión de fuerza en potencia para el apoyo de la política internacional del país» (Alomía, 2002, p. 184).

Situación Geográfica: Según Mahan, el valor estratégico de un lugar cualquiera, depende de tres condiciones principales: su posición, su poder militar ofensivo y defensivo y, los recursos del lugar en sí y del territorio circundante (Terzago, 2020). Sobre la posición Mahan en su obra resaltó a Galápagos y Hawái como posiciones estratégicas en el Pacífico, para efectuar control del mar principalmente a las rutas marítimas y canal de Panamá. Al respecto, Alomía reconoció a Galápagos como una fuente de recursos vivos y no vivos, así como para la investigación científica, lo que permitiría al Estado, aprovechar de los mismos para mejorar su economía, principalmente a través de la pesca, que para 1934 representaba ingentes ingresos para compañías extranjeras, especialmente de California, sin que el Estado participe de ningún beneficio. Por lo que se dio cuenta que el control del mar de Galápagos era vital para el presente y futuro del Estado.

Carácter Nacional: Los pueblos marítimos que poseen aptitudes e inclinaciones comerciales promueven un intenso movimiento marítimo, el cual constituye la base fundamental para el desarrollo del poder marítimo (Terzago, 2020). Para Alomía, la Marina podía contribuir al poder marítimo, a través de diversas funciones adicionales, como la formación y apoyo a la Marina Mercante, inspección y mantenimiento de señales de navegación, elaboración de cartas marítimas y servicios portuarios. La formación de oficiales y tripulantes mercantes, era importante para garantizar la seguridad y eficiencia en el transporte marítimo. La Marina de Guerra se encargaría de preparar al personal mercante, brindándoles instrucción militar, conocimientos de navegación y disciplina. Además, ese personal podía servir como reserva de la Marina de Guerra en caso necesario. Su visión sobre el comercio marítimo, le hacía ver a los barcos nacionales ondeando la bandera en puertos extranjeros, fortaleciendo de esa manera las relaciones comerciales y demostrando el progreso y la prosperidad de la nación (Alomía, 2002).

Extensión Territorial: Esta debe guardar relación con la cantidad de habitantes del país, ya que si la población es escasa puede llegar a constituir un factor de debilidad frente a las ambiciones de expansión externas (Uribe, 2016). Para Alomía no se trataba solamente de falta de personal, sino también de la escasez de medios para la defensa, sobre este tema, indicó que el territorio marítimo a ser controlado sin medios era enorme; por lo que motivó a los políticos que: «Defensa unilateral en el Ecuador y en todo país que tiene costas que defender, es absurda e imposible. El área que cubre el Ejército se encuentra bordeada por una frontera marítima de cerca de cuatrocientas millas y por la existencia del Archipiélago de Colón y tenemos que confesar, con dolor, que el Ecuador carece en absoluto de esa defensa» (Alomía, 2002, p. 163). Era lógico y evidente que, dada la extensión del mar y sus costas a ser controlada con apenas dos pequeñas unidades, en el caso de guerra, ¡Ecuador estaría indefenso!

Es incuestionable el conocimiento de Alomía sobre Clausewitz y su obra «De la Guerra» cuando lo citó en su discurso explicando que: «Una definición de la guerra muy completa y en pocas palabras nos da Clausewitz, quien dice: «la guerra en general, es un acto de fuerza para dejar indefenso al enemigo e imponerle nuestra voluntad, con el objeto de conseguir un fin político» (Alomía, 2002, p. 165). Pero va más allá de este postulado, cuando fue capaz de comprender la naturaleza del conflicto, que recomienda Clausewitz a los conductores políticos y estratégicos militares». Las siguientes ideas evidencian este conocimiento:

«Al considerar los diferentes fenómenos guerreros vemos que ellos se distinguen por su singularidad: no existen dos situaciones iguales; en tal virtud, el pasado no nos sirve sino para conocer tanto las posibilidades como las fallas que tuvieron los beligerantes en cada acción; por lo tanto, ese pasado se prestará mejor a nuestro estudio mientras más próximo sea, ya que los medios no habrán variado mucho. No debemos olvidar también que en las guerras pasadas no se habrán agotado todos los recursos y a la vez se habrán cometido muchos errores, y, aún más, que el azar pudo haber influido como factor principal en ciertas actuaciones; y, por esta razón, no debemos sacar consecuencias finales de ningún hecho guerrero, tomando en consideración que la casualidad netamente singular hubo de determinar el resultado» (Alomía, 2002, p. 164).

Además, explicó claramente conceptos estratégicos y la planificación requerida, para la guerra:

«Previamente a formular un plan integral de defensa, es necesario tener una teoría correcta y serena de la guerra en general, haciendo de antemano una investigación completa sobre los caracteres que puede tener cualquier acción futura, dentro de posibles enemigos, su potencialidad y los medios que poseemos. De la aplicación de la teoría al caso general presentado, nos resultará una doctrina y, por último, de la aplicación de los preceptos inherentes a ella se formulará el plan que es, en sí, el principio fundamental para la creación de los medios que nos faltan, o sea la determinación del problema de las adquisiciones dentro de las necesidades contempladas» (Ibidem. Pág. 164-165).

Es sorprendente la aplicación de Alomía sobre las variables de la estrategia respecto a: los fines, los modos, los medios, la estrategia del adversario y los riesgos; tomando en cuenta el contexto nacional e internacional en la década de los años treinta y su juventud. A lo largo del discurso fue analizando y dando soluciones a las debilidades y vulnerabilidades de la seguridad integral. A continuación, se indica de manera resumida las variables mencionadas:

Respecto a los fines, como ya se mencionó, para Alomía la guerra era la continuación de la política por otros medios, y es el poder militar conjunto quien debía contribuir a alcanzar el objetivo político de la guerra, mediante una maniobra estratégica conjunta ofensiva para el más fuerte, y defensiva para el más débil. En este sentido, Alomía también fue coherente con el pensamiento de Julián Corbett (1854-1922), quien enfatizó la interdependencia de la guerra naval y terrestre, especialmente para la movilización de las tropas (Uribe, 2016). En palabras de Alomía explicó que:

«Los fines políticos de un enemigo son siempre múltiples y variados y los vehículos para llegar a ellos, constituyen los fines militares que también son variados. Ejemplo de estos últimos y los más comunes son la movilización de tropas a las fronteras o bien la ocupación directa del territorio ajeno. Bajo estos principios llegamos al concepto de lo que será una guerra defensiva para el país invadido que contrarresta esa ocupación y, recíprocamente, debemos sentar el principio que si queremos obtener éxito desde el comienzo de las acciones bélicas debemos emprender con la acción ofensiva. Los esfuerzos que se hagan por conseguir esos fines militares obedecerán a la trascendencia que tengan las operaciones dentro del desarrollo de la guerra» (Alomía, 2002, p. 165).

Acerca de los modos, tuvo claro la concepción de que la esencia y principios de la estrategia son permanentes e inmutables con el tiempo, lo que cambian son los modos debido a las nuevas capacidades de los medios. Así lo enfatizó: «Las formas evolucionan, los principios directivos subsisten» (Alomía, 2002, p. 162). Los modos comprenden la doctrina, la organización, el entrenamiento y otras variables. Al respecto recalcó que: «...si el objeto principal de la Marina es «estar lista para la guerra», su organización interna debe responder a esta función antes que a ninguna otra. Es decir, la doctrina dice que la organización de la Marina debe ser una de las mejores organizaciones para la guerra» (Ibidem. Pág.184).

Sobre la guerra naval, Alomía hizo una excelente y amplia narrativa sobre la naturaleza de la guerra naval y su contribución para alcanzar el objetivo político de la guerra. A continuación, se realiza un resumen rápido sobre los conceptos estratégicos de su pensamiento: El objetivo de la guerra naval es quitar al enemigo el control del mar y evitar que ellos hagan lo mismo. El dominio del mar es crucial para proteger el comercio y asegurar los suministros necesarios para el país. En el caso de Ecuador, la protección al comercio es especialmente importante, ya que el país depende del comercio exterior para su sustento. En una guerra, sin acceso a armamento y suministros, Ecuador se encontraría en una situación desfavorable. Los objetivos militares de desplegar la flota naval son: destruir la flota enemiga y bloquear sus puertos y bases de abastecimiento (Alomía, 2002).

Alomía continuó su conferencia insistiendo que, para la defensa del Golfo de Guayaquil, se requería de medios navales y aéreos, para contrarrestar un bloqueo. Argumentando que, la Marina y la Aviación son los únicos medios militares para romper un bloqueo naval y recalcando que, cada arma debe ser utilizada según su valor táctico y estratégico (Alomía, 2002, pp. 165-168).

Sobre los medios, el expositor fue insistente para indicar que la Marina no contaba con medios en cuanto al personal y material, sus palabras son elocuentes: «He aquí a grandes rasgos las labores de una Marina que no tiene nada más que el nombre y que sin embargo cumple satisfactoriamente, y a la medida de las posibilidades, con sus obligaciones dentro del campo de las actividades adicionales, pero que, desgraciadamente, no dispone de ningún elemento para su entrenamiento y preparación dentro de su razón de existencia, o sea como defensora de las costas y de la soberanía de nuestro Archipiélago» (Alomía, 2002, p. 170).