Revisando el pasado
Bajo el flujo lógico de desarrollo descrito, la Armada del Ecuador tomando como línea base la Fuerza y las tareas asignadas en cada momento de la historia, estableció a través del tiempo las misiones que cada uno de esos momentos demandaban. Estas misiones en principio estuvieron enfocadas tanto en el Poder Naval como en la Defensa, para luego enfocarse en las Capacidades Marítimas y la Seguridad. Así mismo, estableció a su tiempo los objetivos estratégicos necesarios para alcanzar una visión, en principio, orientada a la disuasión de amenazas y posteriormente al control del espacio marítimo.
Con los objetivos estratégicos ya definidos para alcanzar la visión esperada, en el contexto temporal de cada uno de estos momentos, se desarrollaron los conceptos estratégicos en los que se fundamentarían los respectivos diseños de fuerza, que la Armada buscaría materializar a través de los planes de Fortalecimiento del Poder Naval del 2017-2018 y del 2010-2021, para una hipótesis de conflicto/amenazas y posteriormente, a través del "Plan de Fortalecimiento de los Espacios Acuáticos 2014-2017" en un enfoque de control del espacio de responsabilidad.
Independientemente de los cambios demandados por la temporalidad de una realidad dinámica, estos tres planes detallaban de manera precisa las unidades de superficie requeridas para el cumplimiento de las tareas de la misión y el logro de los objetivos estratégicos que permitirían alcanzar la visión planteada en su momento y, por otra parte, las fuerzas diseñadas para estos tres planes, en lo que respecta a los medios de superficie, eran en esencia las mismas y giraban fundamentalmente en torno a los mismos componentes.
Ahora bien, de manera general, las unidades de superficie que consideraban los planes de fortalecimiento mencionados, además de las unidades ya existentes, eran las siguientes:
- Buques LPD con capacidad para operar helicópteros medianos, lanchones de desembarco de personal y vehículos, botes de quilla rígida, y para carga y descarga, además que podían ser empleados como buques hospital, de instrucción y apoyo ante desastres naturales o antrópicos.
- Conforme avanzó el desarrollo de planes se ajustó el diseño para dar paso a buques MPV con capacidad de remolque de altura, reabastecimiento en la mar, transporte de carga y patrullaje, configurables según las misiones asignadas.
- Patrulleros Oceánicos Continentales, de propulsión a diésel, con capacidad para operar helicópteros livianos (5TM) y equipos para operación y despliegue de 2 botes de quilla rígida.
- Patrulleros Oceánicos Insulares, de propulsión a diésel, con capacidad para operar helicópteros medianos (10TM) y equipos para operación y despliegue de 2 botes de quilla rígida.
- Fragatas Ligeras o Corbetas Pesadas, de propulsión a diésel, 95 metros de eslora, 2300 toneladas de desplazamiento, sistema de gestión de combate incluyendo armas y sensores, con capacidad de operar helicópteros livianos y botes de quilla rígida.
Por otro lado, se consideró que todas estas unidades deberían estar clasificadas bajo notación de la sociedad clasificadora de mayor estándar "Lloyds Register" o la equivalente de la sociedad de clasificadoras "IACS "; en lo que respecta a: la norma militar, 100A1 NS3 regla de buques de primera línea o SA1 buques de patrulla; IWS inspección sin dique; LMC norma de clasificación militar para ingeniería; UMS espacios con maquinaria sin vigilancia y POL norma de control de polución.
De esta manera, los planes de fortalecimiento del poder naval arriban al año 2016 y a la aparición de un nuevo método, el diseño de fuerza basado en capacidades, que más allá de conducir a equívocos en cuanto a pretender qué es la planificación estratégica, la que se basa en capacidades, perdiendo de vista que son los medios los que se someten a la estrategia y en ningún caso al revés; correctamente aplicado demandaba un desarrollo transversal en todos los niveles de planificación del Estado, para el diseño y desarrollo de las fuerzas: desde el político en el que se deberán establecer las misiones; el político estratégico en el que se deberán establecer las áreas de misión; el estratégico militar en el que se deberán establecer las áreas de capacidad y las capacidades generales; hasta el operacional militar en el que se deberán establecer y desarrollar las capacidades específicas, los objetivos de capacidad y los requerimientos operacionales.
Esta metodología permitió a la Armada del Ecuador establecer:
- La fuerza deseable, capaz de cumplir con holgura todas las tareas asignadas;
- La necesaria, capaz de cumplir la mayoría de tareas asignadas de una u otra forma y
- La esencial, capaz de cumplir apenas y con esfuerzo las tareas fundamentales.
Cabe señalar que, este nuevo método evidenció dos realidades, la primera referida al hecho de que los medios establecidos en el diseño de la fuerza esencial, en lo que respecta a las unidades de superficie, seguían sustancialmente siendo los mismos que los establecidos en los planes anteriores y, la segunda referida al hecho de que la realidad económica, considerada invariablemente en todas las planificaciones, había conducido a que los planes desarrollados en el tiempo consideraban únicamente una fuerza capaz de cumplir las tareas prioritarias o principales.
De esta manera, y a pesar de la persistencia de un mismo requerimiento a través del tiempo, los empeños realizados por la Armada del Ecuador para materializar los diferentes planes de desarrollo realizados, eran frenados precisamente por la disponibilidad de recursos del sector de la defensa, y en este momento de la historia, apareció una nueva excusa, cuando se llegó a afirmar que "los marinos no sabían lo que querían", toda vez que, a través del tiempo habían presentado cuatro planes diferentes: el Plan de Fortalecimiento del Poder Naval Morán Valverde, el Plan de Fortalecimiento para el Control de los Espacios Acuáticos, en dos versiones, y el Plan de Desarrollo de Fuerza por Capacidades; pero esta afirmación no podía estar más alejada de la realidad, en tanto bastó con correlacionar los planes de fortalecimiento para demostrar y ratificar con claridad diáfana que la Armada del Ecuador, en cuanto a los medios de superficie, buscó siempre lo mismo, contar con Fragatas, Corbetas, Lanchas misileras, Buques de apoyo y patrulleros oceánicos y marítimos.

Pese a los obstáculos, durante ese mismo año, la institución inició el desarrollo del Plan de Gestión Institucional PGI "Bicentenario" y una vez más, tomando como línea base la Fuerza y las tareas asignadas a esa fecha, se partió por re-enunciar la misión institucional, enfocándola tanto en la Defensa y Seguridad como en el Poder Naval, recuperando con ello la naturaleza y esencia de una fuerza naval. Seguidamente, y conforme a la metodología, se establecieron los objetivos estratégicos necesarios para alcanzar una visión orientada a los campos de actuación y a las características que debía tener la Fuerza para estar en capacidad de disputar el control del mar.
Con los objetivos estratégicos definidos, se desarrolló el concepto estratégico en el que se fundamentó el diseño de la fuerza y para el Plan de Desarrollo del Poder Naval 2018-2030, pensado para efectivizar el control de los espacios marítimos, desarrollando operaciones que abarcan todo su espectro, desde la protección y seguridad hasta la Defensa, considerando como premisa el combate a las amenazas y riesgos presentes en la nueva realidad del Estado ecuatoriano.
El diseño de fuerza del PGI Bicentenario, fue desarrollado conforme lo establece la técnica cuando un método de desarrollo no se ajusta completamente a una realidad en particular, fusionando amenazas y riesgos dentro de un diseño de fuerza por "amenazas" pensado para atender los requerimientos de seguridad sin descuidar los requerimientos de defensa. De esta manera, conforme este diseño de fuerzas por amenazas, se desprendieron del concepto estratégico naval las capacidades estratégicas y unidades requeridas por la fuerza, así como las características generales del poder naval; con la integración de las dos primeras se establecieron los roles de la fuerza, los cuales al ser confrontados con las amenazas y riesgos, dieron lugar a los Requerimientos de Alto Nivel (RAN) de la fuerza; estos requerimientos, una vez correlacionados con las áreas de operación, influencia e interés, entregaron una primera definición y dimensionamiento de la fuerza a partir de la cual se estableció el poder naval preliminar.
Este poder naval fue validado metodológicamente empleando "poder relativo de combate" e, inclusive, por correlación con todos los diseños anteriores, para obtener un poder naval junto a las características generales que habían sido extraídas del concepto estratégico, esto permitió visualizar y establecer el concepto operacional para el empleo de esa fuerza pensada para enfrentar las amenazas y riesgos del escenario actual. A partir de la integración de este concepto operacional con los requerimientos operacionales ya obtenidos durante el proceso, fue posible definir las especificaciones técnicas que materializarían el Plan de Fortalecimiento del Poder Naval "Bicentenario", vigente hasta la presente fecha.

En este punto, una vez más la fuerza de superficie establecida en el 2016 fue correlacionada con las fuerzas establecidas anteriormente, confirmándose que los requerimientos habían sido, en esencia, constantes en el tiempo.

Pero confirmándose también que el verdadero problema también constante en el tiempo, había sido la disponibilidad de recursos, lo cual era fácilmente evidenciable, bajo un simple análisis estadístico que dejaba ver que hasta la asignación histórica para sostenimiento impedía mantener la disponibilidad de los medios de la fuerza, lo cual era evidente si se considera que los requerimientos mínimos indispensables para garantizar solo la operatividad de la fuerza de superficie superaban, a esa fecha, los 40 millones de dólares, y la asignación histórica para inversión estaba muy por debajo de la realidad de las necesidades de desarrollo de la fuerza naval.

Esto dejaba a la vista otra realidad, si la tendencia de la asignación de fondos, por parte del estado no cambiaba, la pendiente negativa de disponibilidad de unidades de superficie tampoco podría cambiar.

De hecho, al igual que en los planes anteriores, se debió confrontar la fuerza de superficie arrojada por el diseño de fuerza, con la tendencia de la asignación presupuestaria anual, pudiéndose establecer que los 1700 millones de dólares requeridos para el desarrollo de esta fuerza, distribuidos en los 15 años de proyección del plan, generaban un flujo anual que superaba la tendencia y que en una perspectiva positiva, si se establecía una asignación presupuestaria de 60 millones de dólares anuales en el mismo período de tiempo, el valor máximo del requerimiento para el desarrollo de la fuerza de superficie no podía superar los 900 millones de dólares, en la más optimista de las proyecciones.

Esto obligaría, una vez más, a la minimización de la fuerza de superficie arrojada por el diseño, para aterrizarla a la realidad de los recursos disponibles y establecer así, una fuerza factible de ser desarrollada. En este sentido, es necesario percatarse de que, si se toma por ejemplo el "Diseño de Fuerza por Capacidades", la Fuerza resultante de la confrontación del diseño con la realidad presupuestaria, no es equivalente a la "fuerza deseable", ni siquiera a la "fuerza necesaria", sino únicamente a la "fuerza indispensable".
Seguidamente, esta fuerza factible sería confrontada con la fuerza ya existente, para diferenciar aquellos requerimientos del diseño de fuerza que implicaban trabajos de mantenimiento, recuperación, modernización o reconstrucción de los medios de superficie ya disponibles en la fuerza, de aquellos que implicaban la construcción o adquisición de nuevos medios que se debían incorporar a los actuales para conformar la fuerza de superficie requerida.

A partir de esta diferenciación sería posible dibujar la línea de tiempo para las diferentes actividades que constituirían el Plan de Desarrollo de Fuerza, secuenciándolas conforme a la realidad de los medios y de las capacidades disponibles para la ejecución de las actividades referidas; pero sobre todo, a las prioridades de disponibilidad de cada medio para un momento específico del tiempo, establecidas en el diseño de fuerza para atender, fundamentalmente, las demandas del concepto estratégico, áreas, riesgos y amenazas, conforme se vio en la metodología que se ha detallado.

Pero, la planificación estratégica de la Armada iría más allá, pues en el pragmatismo de la carencia de recursos del Estado se visualizó inclusive la posibilidad de que el plan de fortalecimiento del poder naval, en lo que respecta a la fuerza de superficie, se pueda materializar por medio del desarrollo del astillero local, en una lógica de beneficio mutuo entre quienes hacen el Estado, tal como lo han hecho otras armadas de la región; lógica en la cual, el astillero ganaría la posibilidad no solo de crecer, sino inclusive de consolidarse en el mercado, el Estado ganaría un polo de desarrollo y la Armada obtendría los medios requeridos; mientras los recursos económicos circulan en un ciclo cerrado del Estado a la Armada, de la Armada al astillero y del astillero al Estado.
En esta lógica, el plan de desarrollo de fuerza de la Armada, en cuanto a los medios de superficie, debía constituir el insumo base en el cual el astillero debía fundir las bases para el desarrollo de su capacidad instalada de manera progresiva y creciente, pero paralela a la complejidad y magnitud de los requerimientos establecidos en dicho plan de desarrollo; de manera que, para cada uno de los requerimientos del plan, el astillero establezca el tiempo necesario para desarrollar su capacidad instalada hasta alcanzar la requerida para atender dicho requerimiento; así como, el tiempo necesario para ejecutar dicho requerimiento con las capacidades desarrolladas, gracias a lo cual se podría ajustar el plan de desarrollo de la fuerza de superficie a la realidad de las capacidades del astillero.
Si bien es evidente la necesidad de que el astillero se desarrolle, esta lógica demandaba la necesidad de que sus administradores la comprendan y se empoderen de ella, lo cual en principio ocurrió y permitió dar los primeros pasos, luego de haber transcurrido el tiempo, también es evidente que las últimas dos administraciones no lo pudieron hacer, como se verá más adelante.
En este contexto, el Plan de Desarrollo de Fuerza "Bicentenario", al 2016, en cuanto a los medios de superficie, en lo fundamental consideró tres fases, en una lógica de crecimiento del Astillero que: partía desde las capacidades ya desarrolladas o en desarrollo para, el ensamblaje de las OPV 5009 o la modernización de las Corbetas Misileras clase Esmeraldas; debía atravesar por la construcción de los Buques Multipropósito como base para la posterior ejecución en la segunda fase de las OPVH, cuyas especificaciones consideraban básicamente el mismo casco de las Fragatas o Corbetas pesadas, pensadas para la tercera fase, con el fin de que en esta última fase se incorporen las capacidades necesarias para el equipamiento militar de dichos cascos y estructuras.
En cuanto a la primera fase, de las principales actividades de este plan solo se ejecutó la Modernización de las Corbetas Misileras Los Ríos, Manabí y Loja; por lo que, en el 2020 el plan original debió ser ajustado respecto de la realidad de la ejecución alcanzada, lo que conllevó al desplazamiento de la recuperación de tres LM y la construcción de un MPV, a la segunda fase.